Lloraste, gritaste
Y nadie te escuchaba
Tuviste que cantar para que el invierno fuera verano
Y que la cruda escarcha de la mañana se derritiera bajo tus pies
Nunca te creíste mucho
Pero fuiste todo
Solo una sonrisa tuya conquistabas a los más exquisitos
Hacías llorar a los ciegos y sanaba a los enfermos
Pero como buena doctora, de la única persona que no cuidaste fue de vos misma
Y vagabundeaste por las calles buscando amor y cariño, sabiendo que allí sólo encontrarías odio y rencor
Porque para el dolor del alma no hay medicamentos solo esperanzas
Es hora de caminar las calles de Billie Holiday
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