Las pequeñas notas que
produce la lluvia en la teja rota, permite mudarse sin sentido.
Y por más que la mente lo
quiera entender, todos nuestros cuerpos se mueven en diferentes sentidos;
tiemblan, transpiran, trasnochas en luna llena.
Sonidos nuevos, nos invitan
a perdernos una y otra vez. Permitiendo la desventura de la aventura.
Quedando convocados a procrastinar nuestra razón.
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