miércoles, 9 de diciembre de 2015

Maceo Parker, el Salvador.

Todo empezó con el movimiento
la onda, la marea y el viento que golpea cada espacio del infinito del mundo que nos rodea. Y ese es nuestro personaje principal; el viento.

Ese amigo del agua y amante de las temperaturas, busca una expresión.


Sabe que los momentos felices terminan y que no todos los ojos cerrados están soñando.


Busca un aliado  de carne y hueso que exprese los compases malintencionados de las ráfagas.
"Gracias"
"De nada"
La búsqueda terminaba en grandes casos con negaciones y para colmo, como si fuera gracioso, estos muchachos terminaban  apropiándose de algo que nunca le perteneció .Cambiándolo. Mutilándolo.


Pero solo el viento tiene aires de cambio.
Cambios traídos de ultramar


Cansado, se decide dejarse estar, a simplemente ir, de un lado para el otro.


Ventanas, puertas, entradas y salidas.


La barba añejada, las uñas mal cortadas. Aspectos del vencido que aún sigue viviendo.


Pero todo empezó con un movimiento y con un movimiento tenía que terminar


Armó la escena, plantó las sombras. El viento se escapó de su amigo el sol y de su acompañante terapéutico llamado  Día. Esperó, agazapado, a la arpía de la noche, que nunca le prestó atención y mantuvieron siempre una relación fría.


Se esconde y espera
Para un triunfante suicidio silencioso.


Pero de triunfante no tuvo nada.
Y el privilegio de ello se fue cobrado por los impuestos.


Cuenta la historia, que cuando el hecho se quiso consumar, una puerta se abrió, y el viento entró en un espacio cálido latoso. Que le marcaba un ritmo y le componía un baile.

Entonces, el viento agradecido por su salvación, suspiro al oído de aquel sujeto, frases creadas, historias vividas, andanzas salvajes de su eterna majestuosidad.

Un salvador, vestido de músico.


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