La espina del rosal viejo y olvidado.
Cae y desfallece ante los pies del barro.
Mientras que los vientos se encargan de los pétalos, la visión
liquida lo que parecía la hermosura de lo efímero.
Pero la antiquísima economía global del alma nos permite
otra estación.
Regalando otro beso de deshielo, sacrificando todo al
entendimiento.